Segunda Serie (1982)

Esta segunda serie nació como una sucesión de episodios situados entre los números 1 y 21 de la anterior, de manera similar a lo que sucedió con las novelas de Shelock Holmes editadas de manera posterior a su supuesta muerte en las cataratas de Reichenbach. Sin embargo con el paso de los números quedó claro que los espacios que la anterior serie había dejado a la narración eran demasiado estrechos y estaban coartando la narración del nuevo equipo. Por tanto en “Saga of the swamp thing #6” Martin Pasko y Dan Mishkin eliminan de manera clara y directa todo lo sucedido de manera posterior al #21 de la anterior serie.

Además esta “saga” pasó a ser una serie regular sin un fin concreto al que dirigirse y sin visos de tener un punto de referencia sobre el que sostenerse, más allá del propio protagonista y la nostalgia que evocaba en los fans de la anterior serie. Esto provocó un claro y rápido agotamiento del personaje. En menos de dos años pasó de ser una fuente firme y constante de ingresos para la compañía, pues tenía una base muy firme de lectores, a ser un claro lastre para el sello, que vio cómo su personaje pasaba a ser una línea menor. En ese momento llamaron al genio de Northampton. Empezó fuerte.

A pesar de que fue llamado a guionizar la serie una semana antes de la fecha de entrega del número 20 de la serie, Moore fue capaz no solo de entregar un guion de calidad, sino de hacerlo con el suficiente margen como para que los artistas gráficos pudieran realizar un trabajo más que digno. Lo siguiente que hizo Moore fue cambiar para siempre a un personaje que pasó de comparsa a protagonista del momento.

Resulta una autentica rareza que los personajes de los comics cambien de manera radical. La industria del comic sufre de una inercia que provoca que los personajes tiendan a permanecer estables en el tiempo, viviendo sus aventuras en un limbo narrativo que resulta evidente cuando la mayor parte de sus historias son intercalables. A no ser que elijamos capítulos muy alejados en el tiempo resultaría fácil leer muchas de sus historias en un orden aleatorio sin encontrar excesivas incoherencias.

Más raro aun que lo anterior es que un personaje cambie de manera radical en un solo comic, que una sucesión de solo 24 páginas lleve a un personaje a caminos que parecían imposibles al empezar la primera hoja y además le otorgue un potencial del que carecía antes de esto. El episodio que hoy nos ocupa es precisamente una de esas rarezas, pues no solo cambia completamente al personaje, sino también el paradigma sobre el que se asientan tanto su misma personalidad como la visión que de él tenemos y del que se inferirán enormes capacidades narrativas en múltiples capas de significado. Eso fue “La lección de anatomía”

Durante casi una década, el personaje había quedado claramente encuadrado en un papel muy  delimitado y que estaba al servicio de un público muy bien definido. Al igual que el Monstruo de Frankenstein, era una criatura viva producto de una materia muerta o como poco moribunda, pues se suponía que había surgido de la acción del líquido biorestaurativo sobre el cuerpo de un Alec Holland que había recibido heridas más que mortales. Al igual que dicha criatura, era una figura que aterrorizaba al mundo desde las sombras de la propia humanidad, esperando oculta al mundo una redención que jamás llegaría pues en ningún momento fue necesaria.

Una figura trágica deseosa de volver a ser el humano que un día fue y que deseaba regresar al seno de la humanidad al que un día perteneció pero que ahora lo mira como un extraño al que no desea acercarse. Más humano que la mayoría de los que tanto envidia por su humanidad, se ve condenado a ser la sombra tenebrosa de una raza que ya no es la suya.

Sin embargo con la llegada de Moore, todo eso cambió. En un solo capítulo, el autor transforma a la figura trágica, sin un lugar en el mundo, en el centro de un universo muy distinto y al mismo tiempo mucho más familiar al personaje. El que un día fuera el monstruo de una especie ahora se ha convertido de pronto en el adalid de un reino entero. Las plantas que antes le rodeaban y se convirtieron en su prisión, por ser el único lugar donde poder ocultarse y por tanto los límites de su existencia, son ahora sus dominios. De improviso el personaje se ha transformado en la forma más evolucionada del reino vegetal, un extraño superhéroe. En cierto modo alienígena para nosotros, no en el sentido de procedente de otro planeta sino de una naturaleza muy distinta a la nuestra.

Ahora el monstruo lo es solo para nosotros, en tanto enemigo nuestro por ser nosotros enemigos de la naturaleza. Como si de pronto la diosa naturaleza hubiera decidido que se le ha acabado la paciencia y que ha llegado la hora de defenderse de modo mucho más activo, de entre las aguas estancadas del estado de Luisiana surge un soldado capaz de controlar todo el poder del reino vegetal. Lo que durante mucho tiempo fue solo una entelequia, el concepto de que la naturaleza y el reino vegetal podrían llegar un día a volverse contra el ser humano que un día acogió en su seno, de pronto se vuelve brutalmente real, de pronto la humanidad queda en cierto modo a merced de lo que le rodea.

Este simple cambio de enfoque, el simple cambio del origen de un personaje, abre toda una paleta de temáticas que tratar, paleta que en manos de Moore se transforma en lo que muy bien podría ser el material con el que se creó la siguiente etapa en la historia del comic.

Lo que en un principio podría llegar a ser un comic de terror, un camino sin retorno a un enfrentamiento casi eterno entre los valedores de la causa humana, la JLA en este caso, y el gran campeón de las plantas se transforma en una enorme reflexión por parte del autor de aquello que hace humano a un ser y aquello que nos convierte en gobernantes de la creación, especialmente en si lo somos o merecemos serlo.