La vuelta del caballero de la naturaleza

Tras esto quedaba una última genialidad narrativa del guionista en el arco del asedio a la ciudad de Gotham.

Abby es detenida y encarcelada por unas fotos comprometidas, lo cual lógicamente no gusta nada a Swampy, que decide presionar a la ciudad ayudándose de sus nuevos poderes.

Asistimos durante los siguientes números a la confrontación del caballero oscuro con el monstruo de la ciénaga. En principio un episodio más bien de relleno en una editorial como DC, que habrá visto este tipo de confrontaciones con bastante frecuencia. Sin embargo la genialidad de Moore está precisamente en cómo nos lo plantea. En ningún momento parece ponerse del lado de ninguno de los dos bandos, mostrándonos los sucesos con un cierto grado de distanciamiento emocional, con lo que llegamos a empatizar con ambas partes. Precisamente en esas partes y en lo que simbolizan está una de las bondades de este arco. No solo vemos a Batman y Swampy, sino también a la legalidad y la moralidad enfrentándose en un duelo. Y curiosamente ambos ganan y ambos pierden. Batman pierde, al tener que declararse vencido y entregar a Abby al monstruo, lo que evidentemente va contra las leyes. Por el contrario Swampy pierde cuando cae en la trampa que la ciudad ha preparado, logrando asesinarle a traición

A partir de aquí la calidad de la serie decae enormemente. Esto sucede en parte porque llegamos al momento en el que empieza a publicarse “Watchmen”, con el esfuerzo que eso conlleva, y en parte porque incluso Moore tiene un límite. Tras más de 30 números imprimiendo a esta serie unas cantidades ingentes de calidad resulta lógico que incluso un genio se quede sin ideas. La saga decae.

Sin embargo incluso en estos momentos el personaje logra ser mejor que antes de que lo cogiera Moore, lo que dice algo a las claras. Tras el paso de este autor por la serie, La cosa del pantano jamás volverá a ser una serie menor.

Una estética para destacar.

Merece la pena hacer una mención especial al trabajo gráfico en la serie, que está claramente a la altura de la calidad del guion.

Durante todas y cada una de los episodios de todos los arcos argumentales, pero especialmente en los números más experimentales, el aspecto de los personajes y su entorno es realmente cercano a lo que se esperaría de un comic basado en esta encarnación de la naturaleza.

Todas las viñetas desbordan de una enorme variedad de matices y pequeños detalles, que hacen de muchas de las viñetas auténticos cuadros. Además, en los casos en los que resulta necesario realizar un dibujo más alucinatorio, como por ejemplo en “Los ritos de primavera”, demuestra gran cantidad de recursos estilísticos que no resultan en ningún momento repetitivos y apoyan de manera evidente el trabajo narrativo de Moore.

Incluso a pesar de que algunos artistas no estuvieron en todos los episodios, entre todos lograron darle una unidad visual al comic, llegando a ser en muchos casos difícil distinguir cual es la mano que ha llevado a término cada una de los números. Esto en parte continuó en los años siguientes al paso de Moore, pero ya la calidad del guion se resintió, incluso como ya dije en la propia etapa final de este.