Joker (tercera parte)

¿Para qué una pistola si tienes un artículo de broma?

Eso debió pensar el Joker al empezar su escalada criminal. Su gran sello, infinitamente por encima de su maquillaje, su ropa, su pelo o su eterna sonrisa, es la forma tan delirante que tiene de matar.

Uno de sus artilugios más celebres es un gas venenoso, que provoca que sus víctimas ya muertas tengan una alegre sonrisa, labios rojos incluidos.

Otro de los grandes clásicos es el por todos conocido artículo de broma que, colocado en la palma de la mano, transfiere una descarga de bajo voltaje a quién te la estrecha. Digamos que Joker se olvidó de de la parte de “bajo voltaje”.

Arkham Asylum

Como bien pronto comprobó el propio Joker, estar loco tiene sus ventajas. A diferencia de muchos de sus compañeros de fechorías, el no puede ser juzgado como si fuera responsable de sus actos. Esto hace que, aún siendo uno de los peores y más peligrosos criminales de Gotham, nunca sea encarcelado. En su lugar es enviado al Asilo de Arkham para criminales dementes, en lo que él mismo ha llamado en más de una ocasión su periodo de descanso vacacional.

Aún siendo un demente es muy hábil manipulando a psiquiatras y carceleros para lograr sus fines. Esto no es fácil cuando llevas escrito en la cara, bueno más exactamente pintado en la cara, que eres un peligro andante.

Este lugar y esta habilidad para manipular a la gente nos lleva a una de las más curiosas teorías que se han planteado sobre este personaje, y seguramente sobre cualquier personaje del comic, la “supercordura”.

Esta teoría afirma, a grandes rasgos, que Joker no está exactamente loco, sino que su mente es incapaz de filtrar toda la información que recibe del exterior. Nuestra mente sí es capaz, de ahí que muchas veces obviemos cosas evidentes cuando estamos concentrados en otra actividad. Esto le obliga a lidiar con una agresión continua a su propia cordura. Según parece él soluciona este problema redefiniéndo su propia personalidad cada día, lo que hace que pase de ser un niño travieso y juguetón con una pistola a un psicópata frío y calculador.

Y con esto llegamos al último gran hito en la vida del Joker procedente de estas estancias en Arkham. Probablemente sea el único compañero estable que ha tenido este personaje, básicamente porque la gente tiende a morir asesinada a su alrededor. Se trata de Harleen Quinzel, más conocida como Harley Quinn.

Este personaje nació en la serie de animación de los 90 que protagonizaba Batman, como un colaborador colorista para el Joker. En poco tiempo fue tan querida por los fans, que no por el Joker, que se hizo fija en la serie y dos años después en los comics, explicándose su origen en el comic titulado “Mad love”. En esta historia se cuenta que era una joven psiquiatra que conoció al Joker en Arkham, donde lo trataba. Se enamoró de él y decidió ayudarle a escapar y unírsele vestida de arlequín. Esto último fue a sugerencia del propio Joker a raíz de un juego de palabras entre su nombre y el del personaje de la Commedia dell’Arte italiana.

A pesar de ser la pareja oficial del Joker, este no la trata excesivamente bien, insultándola y golpeándola, cuando no trata directamente de matarla. Sin embargo en muchas ocasiones hemos podido ver escenas de sincero afecto entre ambos. De todas formas el mejor gesto de afecto por parte del Joker es no matarla tras llamarle “pastelito”, “Puddin” en la versión original, delante de su archienemigo Batman.