Watchmen (parte I)

Empezaremos este paseo por los clásicos del comic por la que, según la opinión mayoritaria, es una de las obras más influyentes de las últimas décadas en el mundo del comic, “Watchmen”.

En primer lugar haré un pequeño resumen para aquellos que aún no hayan tenido la oportunidad de leer esta obra y algunos datos de interés sobre su creación para los que les interese todo lo que rodea a este mundo.

Se trata de una serie limitada, luego recopilada en novela gráfica, de los autores británicos Allan Moore, guion, Dave Gibbons, dibujo y rotulado, y John Higgins, color, y que fue publicada entre los años 1986 y 1987 por la editorial DC Comics.

Nació como uno de los primeros intentos, uno de los pocos previos fue “V de Vendetta” del propio Moore, de que el mundo del comic fuera algo más que un entretenimiento juvenil, como era percibido en esa época en la cultura popular. Otro de los pocos casos en los que un comic fue considerado una obra de importancia más allá del mundo del entretenimiento fue el caso de “Maus”, también de la misma época.

También es una de las primeras obras en el mundo del comic que trata el tema de la metaficción, es decir que versa, en parte, del propio mundo del comic. En esto no podemos obviar obras de otros autores como es el caso de “El comic y el arte secuencial” del genial Will Eisner, publicado el año anterior a la publicación de “Watchmen”.

Como resumen rápido del escenario de este comic, es una realidad alternativa a nuestra época post Segunda Guerra Mundial en la que los superhéroes existen desde los años 30s-40s, precisamente en la época en la que surgieron Superman y Batman, y están teóricamente al servicio de la sociedad, por ejemplo ayudando en Vietnam.

Sin embargo esta sociedad ha dejado de ver con buenos ojos a estos hombres, con lo que actualmente la mayoría está en la clandestinidad o jubilados.

La historia empieza con el asesinato de uno de ellos en su propia casa.

Sin más dilación comenzaré con el análisis en profundidad.

El nacimiento de un nuevo superhéroe

Empezaré por el título, “Watchmen”.

En este caso se trata de una parte de una cita más larga procedente de las Sátiras del poeta romano Juvenal y que habla de cómo podemos esperar imponer a las mujeres un comportamiento adecuado teniendo en cuenta la falibilidad de los propios vigilantes de la moral, hay que tener en cuenta que eran otros tiempos y la mujer aun no tenía la consideración que actualmente tiene. La cita dice, a grandes rasgos, que sus amigos le aconsejan encerrar a su mujer para asegurarse su comportamiento, pero el poeta se pregunta <quién vigila al vigilante> de su mujer. Esa cita, en inglés se traduciría por “Who watch the watchmen?”

Esta pintada aparece continuamente en el comic, revelando que actualmente la sociedad no ve con buenos ojos a estos héroes de capa y mallas.

En esencia este comic es una revisión de la figura del superhéroe, fijando su vista en cómo sería un mundo en el que los superhéroes tuvieran la elección real de sus acciones, volviéndoles en teoría más realistas. Es decir, estamos acostumbrados a que nuestros héroes, cómo Batman, Spiderman o el Capitán América, siempre elijan el buen camino, nunca maten a nadie y, en casos extremos, hasta se paren a salvar gatitos mientras les persigue el supermalo de turno. Un héroe, antes de esta obra, jamás podía tener ideas fascistas o ser un megalómano, por poner un par de ejemplos, y los pocos personajes que eran así automáticamente entraban en el papel del némesis del héroe.

“Watchmen” cambió radicalmente esa postura y tradición. Absolutamente todos los personajes de la saga y especialmente los integrantes del grupo llamado Los vigilantes, en los que se centra la narración y que dan nombre a la obra, tienen defectos que en un principio deberían enviarlos automáticamente al banquillo de los villanos. Por poner un par de ejemplos que en un posterior análisis ampliaré, Rorschach está convencido de que dar palizas y matar a los delincuentes es un castigo razonable a sus acciones y El Comediante considera que está legitimado para hacer su voluntad, sin importar las leyes, porque hace un gran servicio a su país como superhéroe. Sin embargo son los héroes de la historia, ellos hacen avanzar la historia y los pocos supervillanos que hay en la saga ni siquiera representan una autentica amenaza para la humanidad, siendo la mayoría jubilados y enfermos que vieron épocas mejores y de los que, para mayor distanciamiento con el arquetipo heroico, algunos de Los Vigilantes se ríen de ellos y los martirizan, como el caso de Moloch.

Esto muestra a unos superhéroes, aunque técnicamente el único “súper” de la historia sea el “Dr. Manhattan”, sometidos a su propia condición humana y a uno de los mayores peligros de un individuo con exacerbado poder, la corrupción. Estos personajes vivieron durante los 60s una época en la que tenían carta blanca para actuar como se les antojase, pues se presumía que eran positivos para la sociedad americana. Cuando eso cambió, sencillamente no se adaptaron a su nuevo status quo.

Aun con todo, estos personajes no son exactamente malvados, ya que en la mayor parte de las ocasiones sus intenciones no pasan por hacer el mal y todos están convencidos de seguir siendo héroes. Es más, la historia se nos narra de una manera intencionadamente objetiva, mostrándonos todas las posibles caras del extraño prisma que es esta obra. La intención declarada de Moore en este caso no es otra que dejar el juicio de valor en manos de cada uno de sus lectores, ya que incluso los personajes con la mentalidad más perversa y alienada resultan asumibles en sus acciones una vez aceptas su punto de vista, que es abiertamente positivo.

Rorschach resulta una persona implacable y exageradamente violenta, posiblemente un psicópata peligroso, y sin embargo cada una de sus acciones está enfocada a mantener a la población a salvo de los malvados. Como una de la Erinias de la mitología griega, persigue a los malvados y les aplica una justicia brutal, en la mayor parte de los casos desproporcionada a sus delitos, pues no mide entre un carterista y un asesino.

Ozimandias es un megalómano carente de toda empatía respecto a cualquiera que no sea él mismo y se autodenomina el ser humano más inteligente del mundo y aún así sus acciones en general están pensadas para el bien de la humanidad en su conjunto, aunque no por ello deja de ganar dinero con su propio nombre.

Otro de los rasgos de los superhéroes que en esta obra se pone bajo la lupa de la realidad es su culto y previa deificación en un altar sostenido no por sus acciones, a las que luego son conducidas por “exigencias el guión”, sino por sus poderes sobrehumanos. Por supuesto en este caso su bondad o maldad no es óbice para ser dioses, pues la mitología está llena de dioses malvados. Evidentemente en esta obra el Dr. Manhattan es un dios, o al menos tiene los poderes necesarios para ser considerado como tal. El caso de los demás resulta más discutible ya que ninguno de ellos tiene poderes sobrehumanos, obviando quizás la superinteligencia de Ozimandias. Sin embargo son dioses con pies de barro, ya que sus defectos son en la mayor parte de las ocasiones infinitamente superiores a sus cualidades.

En este caso los personajes han sido rechazados y olvidados, a excepción del Dr. Manhattan que es visto como una ventaja frente a la URSS en la guerra fría, por una sociedad que ya no les acepta como dioses, igual que las deidades griegas tras la llegada de los filósofos presocráticos. Esto es así precisamente porque han dejado de verles como un modelo al que imitar, sino al que evitar.

En algunos casos incluso entre ellos mismos han llegado a verse como dioses fallidos. Esto es en parte porque eran un grupo de circunstancias, básicamente todos los héroes con mallas del planeta o al menos de EEUU unidos en los Minutemen y después en los Watchmen. Con la llegada de las épocas bajas comienzan a verse unos a otros como personas llenas de defectos, especialmente siendo superhéroes.

En la mayor parte de los casos tenemos esa visión por Rorschach, ya que es el único capaz de hablarles claro a los demás. Según el son, como conjunto, unos cobardes incapaces de hacer frente a la responsabilidad que sus poderes les han conferido.

Por último, hay un tema que durante toda la obra está presente en manos del Dr. Manhattan, el determinismo.

Este personaje tiene una clarividencia casi absoluta, lo que implica que ver el futuro es posible, lo que significaría que ya está predeterminado. A lo largo de esta obra se explora las implicaciones que esto tiene, entre ellas no existe el libre albedrío.

Teóricamente este personaje conoce cada suceso de cada segundo de cada persona del planeta, sin embargo el mismo conocimiento en sí ya acarrea la imposibilidad de evitarlo, pues si no ese suceso no hubiera tenido lugar y no lo habrías adivinado previamente.

Esto significa que el Dr. Manhattan está completamente apartado, por sus propios poderes, de la humanidad a la que un día perteneció. Además su conocimiento de la materia es de nuevo prácticamente ilimitado por lo que es capaz de ver el mundo y, por poner un ejemplo, la vida humana bajo un prisma muy distinto al de sus antiguos congéneres, llegando a expresar en un momento de la obra que “Un cuerpo vivo y otro muerto contienen el mismo número de partículas. Estructuralmente no hay diferencia” por lo que razona que no debería sentirse apenado por la muerte de El Comediante, con la que empieza la obra.